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Expediente 186 : Tuyo o de nadie. Cartas a Mercedes Martínez Carrillo
Las cartas de Mercedes Martínez Carrillo dan noticia de una relación de noviazgo vivida al ritmo lento de la vida cotidiana, de los problemas domésticos y de los acontecimientos familiares como ejes de la existencia. En plena agitación revolucionaria, Merced le escribe a su joven novia Mercedes cartas vehementes que tratan de vencer la oposición de la relativamente próspera familia Martínez al matrimonio de la pareja, debido a la pobreza de los Ruiz.
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Tuyo o de nadie. Cartas a Mercedes Carrillo
Agradecimientos
Gracias a Don Vicente Ruiz Martínez fue posible tener a la mano los originales de las cartas que ahora publicamos. Con entusiasmo Anna Ribera Carbó se interesó en introducir este valioso material. La transcripción de éstas fue realizada por la señora Alicia Monroy Domínguez. El difícil trabajo de cotejo y corrección estuvo a cargo de Dolores Ávila. En este sentido cabe aclarar que se buscó conservar el lenguaje original, actualizando en lo posible la ortografía y mejorando la puntuación para facilitar la lectura. También se incluyen fotografías del original para dar al lector acceso al texto tal y como fue concebido. Cuauhtemoc Velasco Ávila.
Los tiempos largos de la vida cotidiana
Prólogo
Ana Ribera Carbó
La publicación que Herodoto de Halicarnaso va a presentar de su historia, se dirige principalmente a que no llegue a desvanecerse con el tiempo la memoria de los hechos públicos de los hombres, ni menos a oscurecer las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros.
De esta manera comienzan Los nueve libros de la historia escritos en el siglo V a.C. por quien es considerado fundador de esta antigua ciencia de los hombres. Y Herodoto estableció el modelo de lo que la Historia debía ser: la memoria de los grandes acontecimientos y de sus heroicos protagonistas, de los sucesos extraordinarios y sus aguerridos o sabios hacedores.
La Historia fue esto durante muchísimo tiempo. Casi todo lo que a través del texto escrito conocemos del pasado tiene su héroe y su hazaña memorable: Aquiles vengando la muerte de su amigo Patroclo frente a las murallas de Troya, Alejandro conquistando el imperio persa montando a Bucéfalo, Marco Polo viajando desde su natal Venecia hasta el más oriental de los imperios buscando comercio y fortuna, Netzahualcóyotl diseñando un albarradón que separa las aguas dulces de las saladas del lago de Texcoco. El acontecimiento explosivo, la hazaña inigualable, el suceso sorprendente, todos realizados por notables, heroicos, valientes o severos personajes públicos constituían lo que debía conocerse del pasado, lo que era digno de permanecer en la memoria de los hombres.
Los historiadores románticos del siglo XIX trataron de hacer una reconstrucción nostálgica y sentimental del pasado. En él, pensaban, estaban las explicaciones a las maneras de ser y de actuar de los hombres. El romanticismo decimonónico consideró que era la historia nacional, las historias nacionales, las que permitían conocer el espíritu del pueblo, los distintos espíritus de los distintos pueblos, autores de los particulares acontecimientos de cada nación. Las narraciones románticas de la historia procuraron describir detalladamente la época tratada en que los personajes humanos, los héroes tradicionales de las historias anteriores cedían el paso a fuerzas espirituales: el "genio de los pueblos" que misteriosamente determinaba los acontecimientos. Así, el pueblo, ese conjunto social que había sido hasta entonces un telón de fondo para las historias de los grandes personajes aparecía, aunque fuera en espíritu, como responsable del devenir que finalmente era considerado como colectivo.
El positivismo comtiano, nacido de la historia científica alemana, fue aún más lejos colocando a la sociedad como conjunto, a la sociedad "de a deveras", como objeto central de sus estudios. El desarrollo social, colectivo de los hombres, ya no únicamente de las cabezas visibles de esa colectividad, se convirtió en el tema de interés. La "sociedad", el "pueblo", las "masas", adquieren finalmente un papel protagónico en los estudios de historia, en las crónicas y narraciones. Sin embargo, aparece siempre así, como un conjunto homogéneo, de hombres y mujeres que reaccionan previsiblemente frente a ciertos estímulos, situaciones o condiciones sociales.
Pero esas sociedades, esos pueblos, esas masas, están formadas por individuos que viven sus propias y casi siempre pequeñas vidas particulares. Individuos cuyas principales preocupaciones están generalmente lejos de los acontecimientos espectaculares, los personajes distinguidos y los grandes salones. Las vidas de estos hombres y mujeres están casi siempre distantes de los tiempos breves de los periódicos y se sitúan en una historia de tiempos muchos más largos y arquitecturas, estructuras, que el tiempo tarda en desgastar y cambiar. Los escenarios geográficos y biológicos, las formas productivas, los modelos culturales y religiosos, los hábitos domésticos, son elementos estables que determinan el transcurrir de la historia de numerosas generaciones. Dice Fernand Braudel que "el hombre es prisionero, desde hace siglos, de los climas, de las vegetaciones, de las poblaciones animales, de las culturas, de un equilibrio lentamente construido del que no puede apartarse sin correr el riesgo de volver a poner todo en tela de juicio" (La Historia y las Ciencias Sociales).
Estos hombres anónimos, atrapados en mundos estables y aparentemente inamovibles, construyen casi todos una historia de manera inconciente, "hacen historia pero ignoran que la hacen" como afirmaba Marx. Y Braudel lanza un reto a los historiadores: "No pensar tan sólo en el tiempo corto, no creer que sólo los sectores que meten ruido son los más auténticos; también los hay silenciosos" y termina preguntándose: "¿vale la pena recordarlo?". Nosotros hemos pensado que sí y hemos querido rescatar el nombre de quienes lo conservaron en el espacio reducido de la vida en familia y saber cómo han vivido, sentido, conocido la historia a través de sus particulares preocupaciones, pequeños o grandes problemas, amores y desamores, alegrías y desengaños. Creemos que esta visión íntima, personal, consciente o inconsciente de la vida propia, puede permitirnos conocer mejor, por la vía de las historias individuales, la manera o las diversas maneras que los mexicanos hemos tenidos de vivir nuestro tiempo.
La vida íntima, particular, anónima, la vida de la familia, se guía por normas, códigos y tiempos muy distintos a los de la existencia pública. Son normas, códigos y hábitos que nos son heredados, que reproducimos fielmente y que a nuestra vez heredamos. Son tiempos que se viven a través de rituales familiares que tienen como ejes el nacimiento, el enamoramiento y matrimonio, los hijos y la muerte. Son existencias vividas a tañer de campanas y en torno a fogones maternos de los que salen delicias que alimentan cuerpos y almas.
El Acervo Histórico de Testimonios Familiares nos abre la puerta de muchas de estas vidas y nos da la oportunidad, un tanto indiscreta, de adentrarnos en los sentimientos, vivencias, anhelos, preocupaciones de quienes tuvieron la inquietud, el gusto o la necesidad de dejar escrito en cartas, memorias, diarios, poemas, recetarios, un pedacito de su vida. Uno de estos trocitos de existencia lo podemos conocer a través de las Cartas a Mercedes Martínez Carrillo.
Mil novecientos diez es un año clave en la historia mexicana. A partir de él y durante varios años el país vivió profundas transformaciones iniciadas en reuniones políticas y continuadas en luchas electorales, elecciones amañadas y convocatorias revolucionarias. La renuncia del viejo presidente Díaz, el triunfo de Madero y, tiempo después, el golpe militar en su contra solamente vinieron a agudizar las violentas luchas, el ir y venir de federales y revolucionarios norteños y surianos, y a acelerar el derrumbe del antiguo orden y la construcción paulatina y complicada de un orden nuevo.
El país entero parecía haberse incorporado al tiempo rápido de los cambios, de los entusiasmos políticos y de los miedos ante la violencia incontrolable. Pero sorprendentemente no fue así. Muchos mexicanos siguieron viviendo el tiempo largo y lento de la vida cotidiana, de los pequeños problemas de la convivencia doméstica y de los acontecimientos familiares como ejes de la existencia.
Uno de esos mexicanos fue J. Merced Ruiz Camarena, nacido en Uriangato, Guanajuato, el domingo 19 de septiembre de 1880. Su padre, Luciano Ruiz, trabajaba como zapatero y su madre, Juana Camarena, hacía atole blanco para ayudar a criar a sus nueve hijos.
La vida para Merced no se presentaba fácil y por ello desde jovencito tuvo que ayudar a la familia trabajando en Moroleón como mozo de su tío Antonio, más adelante cargando un bote de nieve con el señor Máximo de Santanamaya y como leñero, no muy bueno, a su propio decir.
En sus ratos libres estudiaba música con el maestro Luis Martínez, director de la Banda, en la que el propio Merced tocó el pistón los domingos en el quiosco. Pero un día de 1907 empeñó el pistón y su guitarra para poder dejar Uriangato, cuando trató de abrirse camino en Veracruz a donde se fue con su primo "Gapito" Ruiz, trabajando durante tres meses como dependiente. De regreso a Uriangato un tal Luis Samudio le sugirió que vendiera rebozos, y, así, el 5 de agosto de 1907 se inició en una actividad a la que habría de dedicar largas horas de trabajo y a través de la cual habría de conocer al amor de su vida.
A la venta de rebozos Merced incorporó pronto la de mandiles y fajas de señor, de esas que se amarraban alrededor de la cintura para no herniarse con el trabajo duro. Algunas veces, cuando iba a la Tierra Caliente, por Tacámbaro, Michoacán, traía dos burros cargados de plátano o de mango, y si alguien se lo encargaba, le llevaba de Uriangato huaraches de doble correa "para dominguear". Muchas veces regresaba con ollas, cazuelas, cañas, y si paraba por Jaral del Progreso compraba piloncillo grande y güero.
Aunque alguna vez se llegaba hasta tierras michoacanas y jaliscienses, Merced Ruiz comerciaba fundamentalmente por el estado de Guanajuato, parando en Irapuato, Salamanca, Valle de Santiago, Jaral del Progreso, Acámbaro, Abasolo, Dolores, Silao, San Juan de los Lagos y numerosas rancherías que encontraba en el camino.
En su primer viaje como rebocero, camino a Cuitzeo, Merced pasó por Abasolo, a donde llegó acompañado de un árabe y de un hijo de don Luz Octavo. Se alojaron en el mesón "La Pasajera" propiedad de Miguel Martínez Vargas, de Rancho Corrales, y de su mujer Refugio Carrillo Ruiz, de Rancho de Zurumuato. Los Martínez Carrillo tenían cinco hijos, el segundo de los cuales era una mujercita, Mercedes, que en ese año de 1907 tenía diez años. Pero a Merced la niña morena clara, de marcado hoyuelo en el mentón y con unos dientes tan hermosos y parejitos que causaban admiración, se le fue metiendo en la cabeza y en el alma viaje tras viaje.
Así se llegó un día en que, al llegar ya oscureciendo a Abasolo, Merced dejó a Tino desensillando y se fue a la tienda de Pancho Pérez, donde escribió la primera carta de amor para Mercedes. Este fue el inicio de una relación epistolar que duró hasta 1912, año en que, en el mes de agosto, los tocayos Merced y Mercedes contrajeron matrimonio.
Las Cartas a Mercedes Martínez Carrillo conservan para nosotros parte de esa relación, la de las cartas de Merced a su "querida prieta". Nos presentan un noviazgo complicado, por un lado, porque Mercedes era muy jovencita y hacía rabietas y cosas infantiles; y por otro, porque la relativamente próspera familia Martínez, y en especial doña Refugio, se opusieron al noviazgo y al matrimonio de la pareja debido a la pobreza de los Ruiz. Los disgustos que esto causó al enamorado son incontables y permean toda su correspondencia. Las rupturas y las reconciliaciones aparecen en ella constantemente y son uno de sus ingredientes fundamentales. Por ejemplo, en una carta del 17 de diciembre de 1911 le dice:
...de lo que me dices de tu mamá lo que me puede mucho es que hable de todos los de mi casa sin tener motivo... yo creo que siendo tu gusto y el mío Dios será quien nos dirige mas ella no. Esperemos en Dios que más tarde tendrá que quedar ella por nada y después se arrepentirá de todo lo hablado y ya será tarde...
Estas cartas nos dan además una idea del mundo que rodeaba a sus personajes, de las fiestas o ferias donde Merced comerciaba, de las ventas en estos lugares, de los consejos prácticos y de las lecciones, de las invitaciones al circo y de los rezos a San Miguel para "quitar la brujez". Especialmente simpático es Merced cuando le explica a su Mercedita la manera en que se escriben las fechas:
Tengo el gusto de contestar la tuya que recibí con fecha 20 del presente y al mismo tiempo decirte lo que quieren decir los números. El 21 dice veintiuno, día del mes, que es la fecha en que estamos. El 12 dice que son doce meses lo que tiene el año y como estamos en el último mes lo mismo da decir "llevamos doce meses del año" o decir "diciembre". Ya te explico, Prieta, no seas tan taruga.
Entre las cartas aparecen también otros documentos interesantes como un pedido de rebozos gurupatos azules y una carta de recomendación escrita por un amigo de Merced Ruiz para sus futuros suegros en que les dice:
Yo les suplico atentamente se sirva sin que le sea enojoso dar su consentimiento porque bien comprenderá usted los peligros que hay cuando los padres se forman caprichos y los más no dan buenos resultados. Yo en particular y demás amigos de usted y sin que se ofenda alabamos la conducta de Ruiz puesto que no se ha traslimitado de los deberes de hombre honrado y temor de Dios.
Hay entre los documentos de este expediente una nota de Mercedes dejando constancia de su "pedida" y de su boda, una carta de la madre de Merced que habla de bandidos de camino y una carta de Manuel Martínez desde Texas a su cuñado Merced en que se menciona por única vez la Revolución: "quisiera estarlos en mi tierra pero no me dan ganas con motivo de la revolución pero no me ha de faltar irme nomás que calme un poco la revolución..." (noviembre de 1912).
El lenguaje sencillo y claro, fresco, espontáneo y popular hace de estos documentos testimonios doblemente valiosos ya que nos permiten rescatar las formas y los modos de su autor, y además nos acercan a la intimidad de ciertos sectores que, por lo general, no han dejado constancia escrita de su hacer y su sentir.
Las Cartas a Mercedes Martínez Carrillo enfatizan la necesidad de acercarnos al estudio de la vida cotidiana en nuestro país y de contemplar los fenómenos nacionales desde una perspectiva regional y local. La vida en numerosas comunidades mexicanas siguió su curso normal mientras otras se agitaron profundamente. Algunas de estas comunidades donde la Revolución no movilizó a la población en un primer momento se incorporaron más tarde o vivieron, en otro tiempo y de otra manera, su propia revolución.
Merced y Mercedes tuvieron la fortuna de encontrarse en uno de esos lugares en los que uno podía enamorarse sin contratiempos bélicos, o sin hacer mucho caso de ellos, para vivir, como en los cuentos, largos cincuenta y nueve años de vida en común. Estas cartas, que terminaban diciendo "tu Prieto que te quiere y es tuyo o de nadie", fueron sólo el comienzo.
Anna Ribera Carbó
Ciudad de México, mayo de 1993.
Cartas a Mercedes Carillo
J. Merced Camarena
Carta 1
Si mis líneas no van a turbar la tranquilidad en que reposas, me permito muy atentamente manifestarte que todo lo que tú deseas se cumplirá; mas nunca esperaba yo de ti las palabras que me dijiste, las cuales te voy a notar por si olvidaras alguna, que niña honrada puede decirle a su novio por menos que lo quisiera: cabrón, como tú me lo dijiste, y que ojalá y que me llevaran todos los diablos; y que ya tu amor no era mío, que era de otro. Y que al cabo ni ora ni nunca me cumplías, que al cabo se facilitaba mucho olvidarme. Pues, Prieta, todo eso te puedo perdonar, y si más quieres hacer conmigo, más te recibo con gusto. Todo eso que me dijiste lo recibí, como dice el dicho, pero las palabras se reciben según de quien vienen. Sólo a dos cosas no puedo convenir. Una de ellas fue que me dijiste que ojalá y no me dieran cuarto, y otra que qué tendrías tú cuando me pedías licencia.Pues ya está dicho todo lo tuyo. Yo lo que te sé decir que de hoy en adelante no volveré a tener un sentimiento contigo, ni te celaré jamás, ni me podrá nada de lo que tú sufras. Para mí será indiferente todo ya que así lo deseas. Todo se te cumplirá, quizá no extrañarás hasta el modo de hablarte. No por esto vayas a creer que yo te vaya a dar picones con otra señorita, no es mi carácter ese. Sabes que te quise y no volveré más abrigar tu falso amor. Bien conozco que ahora hasta más gusto tienes. Sabes que yo seré el mismo, con diferencia que nomás no soy amado por ti ni deseo sufrir más lo que sufrí anoche.Quien te quería
Lunes 4 julio. El día más señalado en nuestras angustias. Hasta ahorita tengo sin verla sesenta y siete horas. Son las ocho de la mañana.
Jueves 7 julio de 1910. Pero hoy te espero, pedazo de mi vida.
Carta 2
San Juan de los Lagos, diciembre 4 de 1910
Señora
María Refugio Carrillo
Abasolo
Tengo el gusto de dirigirles la presente para saludarles y espero que al recibo de ella gocen de cabal salud. Yo llegué bien, con felicidad, no más que anoche pasé un frío tan fuerte que no más dormitaba. Por fin me levanté a las tres de la mañana y me empecé a calentar en la lumbre, hasta las seis de la mañana que salimos para ésta. Llegué aquí a las doce a vesitar a la Virgin. Hoy todavía no hice nada, sólo vendí algo de las alhajas que fue con lo que pasé el día hoy; porque del dinero que trallía llegué con 22 centavos. Mañana que voy a comenzar a navegar en otra les diré cómo me pinta ésta. Sin gente la fiesta, muy desmoralizado, pero hace cuatro días que cambiaron jefe y éste sí telegrafió que había licencia para toda clase de juego. De modo que tenemos la fe en Dios que se va a componer. Pídanle a Dios que así sea y que nadie se vaya desconsolado. Récenle a San Antonio y no le pongan el vestido a Toña hasta que yo... Mis recuerdos a todos y usted reciba una bostezada de sueño porque tengo mucho.
Sin más. Contésteme a lista de correos, Estado de Jalisco.
J. M. Ruiz C.
[Al reverso]
Prieta:
Son las ocho treinta y nueve en que me pongo a escribirte para saludarte y decirte que no se me puede olvidar lo que me dijiste, que te saludara al que vende velas. No sé con qué o en qué sentido me lo dirías, pero dejaremos eso. Te encargo mucho no dejes de salir a dar la vuelta. No vayas a sufrir por tu Prieto, que tú no dejarás de comprender que y[o] soy fiel contigo y jamás te pagaré mal. No tengas un mal pensamiento de esa parte, sabes que soy... No dejes de contestarme. Salúdame a tu mamá Nela y dile a Alejandro que me lleve al Muñeco la alfalfa. Prieta, está la feria muy triste y hay pocas mercancías. Anoche en Santa María toda la noche estuve pensando en ti, y más que no pude dormir del frío. Dime cómo sigues de la garganta, que tengo pendiente. Mis recuerdos a Toña y unos abrazos revueltos con besos, y tú recibe lo mismo el corazón y un burrito de la feria ahí te va.Tuyo o de nadie
J. M. Ruiz C.
Carta 3
San Juan de los Lagos, diciembre 6 de 1910
Srta. Ma. Merced Martínez
Mi estimada Prieta
Abasolo
Ésta lleva el objeto de saludarte en compañía de la demás familia. Después de saludarte te digo que no fue como yo pensaba en esta fiesta. No vino Chucho ni don Manuel García, el del Valle; ni uno de mis amigos vino. Solamente el Sr. de León. Figúrate, anduve yo triste todos estos días porque no se vendía nada, no porque no hubo quien me diera rebozo, sí; pero hoy tuve mucho consuelo: ya se comenzó a vender algo, de modo que puede venderse algo.El día 8, si veo que se va toda la gente, el día 10 me tienes allá, y si sigue algo de rejuego me llego allá el 14; pero de todos modos, si Dios quiere el 10 tienes carta o a tu Prieto. No digas que te me has olvidado, mucho me acuerdo de tus encargos. Hoy vi un vestido igual al tuyo, del que le hiciste a Toñita, nomás en la hechura. No, Prieta, no te olvides mucho de mí que tanto que extraño las frases tuyas, que bien creo que estas cartas se encuentran en el camino con la tuya. Dime si vino alguna carta de la casa para que me hagas favor de abrirla y que me digas qué dice. Dime si acaso no está muy escasa tu mamá porque yo tengo mucho pendiente. Dámele a Toña muchos besos y tres abrazos y te digo que hoy llegó Cuca Carrillo.
[al reverso]
Prieta, si tú comprendieras los deseos que tengo de verte vendrías hasta acá, pero a más tardar dentro de ocho días, si nos concede primero Dios. Pídele mucho a Dios que me vaya bien y no dejes de decirme cómo sigues, porque tengo mucho pendiente. No vayas a andar descalza ni salgas caliente. Esto es el encargo que te hace tu Prieto, que te quiere y es tuyo o de nadie.Mándame el nombre de las píldoras del papelito que le presté a tu mamá. Búscalo en el muro entre los papeles para llevártelas.
Son las 8 en que te escribo de la noche
Recibe el corazón de tu prieto
J. Merced Ruiz C.
Dile a tu ma que no deje de contestarme y me la saludas
Mis recuerdos a Lucita y a tu mamá Nela
Salúdame al Muñeco
Tu Prieto tuyo
Carta 4
[1910]
Prieta:
Estoy en ésta. Quiero verte para poderme ir. Si no me concedes la dicha, entonces seré perdido. Dime, Prieta, dónde te puedo ver.
Te mando el papel para que me contestes.
[J. M. Ruiz C.]
Carta 5
Abasolo, 17 de febrero de 1911
Sr. Don Braulio Bravo
Zamora
Tengo el gusto de ponerle un giro valor de seis pesos para que me haga favor mandarme tres rebosos gurupatos azules del de a 24 docena. También suplico a usted que si puede mandarme la lista de precios de todos los que usted fabrica; si le fuera posible ponérmelos a vuelta de correos mucho le estimaré a usted. La dirección es calle Hidalgo No. 15
Quedo de usted como siempre su
Affmo. Atto. y S.S.
J. Merced Ruiz C.
Carta 6
Pueblo Nuevo, marzo 27 de 1911
SeñoritaMerced Martínez
Estimada Señorita
Abasolo
El fin particular de ésta es decirte que me digas si tu fin es casarte o por qué me dices que arreglara con tu mamá cosas que no debo arreglar con ella. Me parece que a ella no la ofendí en nada. Si tú te figuras que yo te mandé decir que me perdonaras por interés de volver a tu casa, pues estás equivocada; mi fin era otro y tal vez más tarde lo comprenderás. Yo el decirte que si tú tienes el fin de casarte, me digas con franqueza, porque yo el fin de hacerlo lo he tenido siempre, y más tengo la gratitud que siempre ha sido correspondido mi cariño. O dime si ¿acaso estoy engañado? No lo creo porque tú eres buena conmigo, pero... ¿qué es posible que en dos años sinceros de amistad me haya granjeado tanta desdicha con tu mamá? ... ¡Haber sido corrido por ella! y otras cosas que más me dijo, que... soy hombre y no digo más ni volveré a abrir los labios para esa conversación. Sólo una cosa te digo: que hace mucha falta la gratitud entre nosotros. Tu dirás que yo tengo el modo más peor, pues me parece que
[al reverso]
nunca he dicho nada de corazón y luego al pronto me arrepiento de algunas cosas. Pero tú sabes mejor que en esta vez no fui yo el culpable. Te anticipé que no me respondieras cuando andaba enojado y menos que me engañaras. Pues bien, lo hiciste y así salió ¿no es así? ¿No recuerdas que cuando no me engañas ni me respondes, todas mis caricias son tuyas y que somos muy felices yo y tú?Te diré el pie del disgusto y tú sacas la cuenta, a ver quien fue o es el causado. El día que mandé comprar el pomo de miel de alquitrán de pino, otro día recordarás que llegando a la puerta de teleras dijiste que ya no te volverías a curar con ella, que nada te aliviabas. ¡Qué bien me cayó a mí todo eso! Pues desde en esa hora había de haber sucedido, pero todavía aguanté más. Pero qué gusto tendré yo que ya todo esto te sirva de experiencia y ya sea otro tu pensar, ¡qué feliz fuera yo! Es verdad que de todos modos pienso serlo contigo, pero te digo así para que no me culpes. Ahora quiero que me digas quién de todos es el culpable...
No me contestes aquí. Si no voy mañana en la noche allá hablarte, me contestas a San Luis de la Paz. En eso nos estamos comunicando, nomás que la detención es que he seguido algo ma
[segunda hoja]
lo, tanto del catarro como del domingo en ésa. Te voy a decir algo de mi enfermedad que tengo orita en este pueblo, aunque no con mucha confianza. El domingo, como te digo, me levanté y me fui a misa y luego anduve buscando quien fuera por la percha y no hallaba. Por fin fui en casa de Brijidita y me tomé tantita leche sola y no tuve ganas a consecuencia del catarro. Puse el puesto, y a las horas que llegó Alejandro con el recado de tu mamá tenía algo de hambre, y cuando volvió Alejos le di el dinero que le pertenecía a tu mamá y era la venta de Cuerámaro. Me quedé con 23 centavos, le di 20 al placero y me quedaron tres. Allí aguanté el hambre hasta las ocho, y cuando fui a comer no me acabé medio de tamales, para eso porque hasta en la tarde vendí un delantal y fue toda la venta, y por ese motivo no encargué de comer. Y también te diré que tenía sentimiento y vergüenza porque pensé que si mandaba a la fonda me trairían cualesquiera tarugada y la canasta sucia y me daba pena con las olleras y ... te diré que tienen un corazón más duro que el mío.
Y desde esa hora estoy mal y tengo punzadas y pienso devolverme para allá otra vez.[al reverso]
De modo que si llego mañana es que seguí malo y si amanezco bueno me contestas a donde te digo.
Sin más, esto te dice el Prieto
tuyo o de nadie
Mis recuerdos a Toñita
Te recomiendo mucho que nunca te acontezca salir de tu casa a en casa de la niña a la carrera, porque se ve muy ridículo y pueden hablar de ti, ni tampoco des esas rabiadas para meterte al zaguán. No te disgustes porque te digo esto
Vale
Pídele a Dios que se me quiten las punzadas
Adiós
Te digo que ya escribió de la casa y de José no hay nada
Vale
Carta 7
8 de abril de 1911
Prieta, todo estuvo muy bueno,
nada más que no me alcancé a
tomar la sopa porque se me cayó
la cuchara al suelo
y se me llenó de tierra.
Sin más
Tuyo
J. Merced Ruiz C.
Carta 8
[22 de mayo de 1911]
Prieta:
tú vinieras de dar la vuelta.
Favor de que me mandes traer
3 centavos de tinto para que se
los pongas a esa agua y te la tomas.
No engañes a tu Prieto porque hay un disgusto.
Me quedo comiendo, y luego que tú comas te tomas el agua como te digo.
Tu Prieto
Carta 9
27 junio de 19ll
Sr. J. Merced Ruiz C.
Estimado y fiel hermano:
Mucho me alegraré que al recibo de ésta goces de completa salud, en companía de las personas que te acompañen; pues son mis deseos, que yo hasta la presente estoy bueno, gracias a Dios.
Merced, después de saludarte con el cariño de siempre, me es grato contestar tu muy atenta fecha 22, la cual acabo de recibir juntamente con dos de Cristóbal y una de Clemente Guzmán, y te doy a saber el origen de que se trata una de las cartas de Cristóbal. Dicha carta trai fecha 21 y la otra fecha 12 del mismo mes. Merced, el asunto es largo, en breves palabras voy a decirte para seguir con la tuya.
La que trae fecha 21 dice: Hermano, cuando ésta llegue a tus manos yo estaré donde Dios haya elegido el lugar donde toque que me avienten. De modo es que yo te escribiré lo más pronto posible. Te suplico no te olvides de mis padres porque los dejo muy limitados, y a mí ya no me dirijas cartas ni certificados, dirijicilos a Ernesto R. Doy final a este asunto.
La que trai fecha 12 dice: Hermano, estamos al partir de ésta, yo y Miguel Chávez Solórzano Salimos del 22 en adelante, pero cuando salga yo te escribo para que vivas al pendiente de mis recomiendas que te hago, porque yo ya dije, y sin más, tu hermano.Cristobal R.
Hermano, mucho gusto me trai tu carta, yo estoy plenamente a tus órdenes. Hermano, hazme el favor de perdonarme, que en estos momentos por una
[ilegible]
tener tristeza y por otra gusto
[dos renglones ilegibles]
.
[nota: los espacios son ilegibles]
Carta 10
17 julio 1911
Señorita Merced Martínez
Presente
Prieta, si no vienes orita a estarte acá con las muchachas, desde luego se podrá creer que ya les enfadaron ellas, o también yo pienso que tú trallis el fin de quedarte y no lo hiciste porque aquí estaba yo. Sea como sea te espero, si tienes voluntad, a comer aquí, o no quedrás que volvamos a molestar tu casa.
Sin más, tu Prieto
J. M. Ruiz C.
Carta 11
Abasolo, 11 de agosto de 19ll
Srta. Merced Martínez C.
Estimada señorita:
En la hora que ustedes se fueron anoche, de ésta, [he] estado vacilando y desioso de sacar en limpio los motivos para todo lo que han hecho conmigo
¿Qué acaso el borrego no fue un regalo que te hice?
Bien, haz lo que quieras conmigo que ya llegará la hora en que te convencerás que te enamoraste de un hombre.
J. Merced Ruiz C.
Carta 12
[Enseguida]
Agosto 12 de 1911
Srta. Merced Martínez
¿Qué es lo que pasa en esto? ¿qué crees tú que no he sufrido por tanto que he recibido de usted? Sea por Dios.
Hasta aquí puedo sufrir. Aclárame qué es lo que te mando, todo lo que tú me habías regalado o también lo de tu mamá. El favor que te pido es que no me ofendas a tan alto grado. Sea por Dios
Nada me estorba de lo tuyo. Más bien, si has pensado distinto, favor de que me esperes a la noche y todo te mando, nomás distíngueme lo que te pregunto.
Carta 13
Octubre 20 de 1911
Mercedita, yo extraño todo lo que me dices. Tú nunca has sido desgraciada para mí. Tu boca, que no la sabes sujetar (por qué, por qué). Nunca esperaba yo recibir de ti las palabras que mis oídos oyeron... Sin embargo, todo te perdono.Lo que me dices de Pedro lo extraño porque a él no le [he] notado nada yo, y si así fue, por qué te pusiste a regalar los anillos que yo te había dado, es tal vez la falta de... Dejemos todo eso, si es cierto que sufres ¿por qué no has venido a que hables conmigo? A mí si me conviniera ya lo había hecho, pero todo lo que han dicho tú y tu mamá no es para que yo vuelva a buscar mi protección. Ahora tú has visto que tu mamá me parece que ningún disgusto tuvimos con ella.
Y con todo, no habrán llegado a saber que hable mal de ustedes. Eso de Belén tú te lo supones, porque yo me encuentro limpio.
Si tú (ustedes) gustas pasar a hablar conmigo, sin ninguna afrenta pasen a su casa que siempre resplandecerán en ella como antes, porque la cara que me conociste hace 42 meses es la misma que tengo orita. Si tu sufrimiento es por mi amistad, no vaciles en allanarlo.
Tu antiguo Merced
y ahora sólo
[reverso]
Tengo mucho sentimiento con Carlos porque ayer cuando llegué no fue para decirme "le pasiaré el caballo". Me salí a pasiarlo y me fui hasta en casa de don Refugio y le traje unos dulces. Y luego pensé que iba a esperar que recordara para comer juntos, y ya cuando vine ya se la había llevado; pero pasé tan fuerte coraje con él que ...
Ellos solos se hacen menos. Si piensas venir dime para no salir, y si te afrentas con el silencio basta
Vale
No te mando lo que me pides porque no es cierto lo que me achacas tú. Con la canasta me dices lo que piensas.
Carta 14
Huanímaro, 8 de diciembre de 1911
Srita Merced Martínez
Querida Prieta:
Favor de que le pongas
maíz a las gallinas mías,
y maíz. Si puedo irme ora,
me voy; si no, hasta mañana.
Está muy bonita
la fiesta y muy concurrida de gente.
Ya puse puesto.
Sin más, tu Prieto
J. M. Ruíz C.
Carta 15
[Sin fecha]
Inolvidable Prieta:
Tengo el gusto de saludarte y al mismo tiempo decirte que soy tuyo o de nadie.
Y tú aquí vives y no te cuesta nada de renta, Prieta. El viernes sí no voy. El sábado no comemos hasta que no vaya yo para hacerlo juntos.
Hoy te mando un beso, a ver qué haces con él, de algo ti ha de servir.
Salúdame a Manuelita y dile que no se enoje, y tampoco me la hagas enojar porque yo soy el que salgo en los enojos. Y sin másTu Prieto, que no se acuerda de
[al reverso]
hacer nada por andar pensando en un sentimiento moral y muy cruel y muy feliz
Adiós, Prieta
J. Merced R. C.
Carta 16
Abasolo, 17 de diciembre de 1911
Srita Merced Martínez
Mi inolvidable Prieta:
Tengo el gusto de dirigirte ésta para decirte lo siguiente.
Estoy enterado de todo lo que tu mamá habló de mí y sin derecho, porque yo creo que si se pusiera a pensar en lo transcurrido, jamás se pondría hasta en ridículo.
Tú todo lo que debes hacer es respetarle, no responder una palabra y verás más tarde el resultado que tienes. Mucho te recomiendo a tu mamá grande, mírala, que es una mujer digna de aprecio. Yo la califiqué en el tiempo que estuve y creo que para mí no tiene defecto. Cuídala mucho y no le respondas nada, ya ves qué buena ha sido conmigo.
De lo que me dices de tu mamá, lo que me puede mucho es que hable de todos los de mi casa sin tener motivo; que de lo que me dice a mí que tendré que traerte a verla después en un burro, de eso a ella no le importa lo más mínimo. Yo creo que siendo tu gusto y el mío, Dios será quien nos dirige, mas ella no. Esperaremos en Dios que más tarde tendrá que quedar ella por nada y después se arrepentirá de todo lo [que] habló y ya será tarde.Figúrate, el día que me dijo que me fuera a la... Eso no se lo perdono hasta que...
Prieta, tú lo que debes hacer es quererme mucho y no dudar de mí. Palabra, soy tuyo, como siempre te lo he dicho. ¿Qué acaso dudas que yo no sepa de obligaciones? ¡qué poca... voluntad me tiene tu mamá!
Prieta, pídele a Dios que le conceda los pensamientos a tu Prieto y verás qué feliz somos.
Contéstame pronto. Adiós. Sal a dar la vuelta a la plaza hoy en la noche
Tuyo
J. M. Ruiz C
dispensa el lápiz
porque no hallé más
Carta 17
Abasolo, l9-12-1911
Querida y inolvidable Prieta:Ésta lleva el objeto de saludarte y decirte respecto a la tuya.
Del favor que me pides en la primera frase, no te volverás a molestar de lo que me dices que estrañas mucho del papelito. Yo no lo hice con espíritu de ofenderte, pensé hacerlo en nombre de Lola por si lo viera tu ma. Yo lo que he visto que en todas mis cartas te ofendo. Lo mejor será que no te volveré a escribir por tal de que no me vuelvas a dicir que ahora no me pueden tus sufrimientos, que tal vez después menos; si así me crees de ingrato, será muy falsa tu fe. Cuando me escribas una carta, con mucho cariño, no me revuelvas disgustos si es que me estimas.
Tu Prieto que te aprecia y desea felicidades
No te pongo más porque ya se me hizo noche vine; muy tarde del rancho.
Quiere mucho a tu Prieto
Carta 18
Abasolo 21-12-1911
Querida Prieta:Tengo el gusto de contestar la tuya que recibí con fecha 20 del presente y al mismo tiempo decirte lo que quieren decir los números. El 21 dice veintiuno, día del mes que es la fecha en que estamos. El 12 dice que son doce meses lo que tiene el año y, como estamos en el último mes, lo mismo dá decir llevamos doce meses del año o decir diciembre. Ya te explico, Prieta, no seas tan taruga. Ahora te digo que, sin otro asunto, me hagas favor de hacer tú la colcha. Dime para mandarte el hilo, no me pongas inconvenientes. También te digo que el día 7 de enero de 1912 (7-1-1912) es el día de su santo de mi padre, para que si le das los días, le has de dar una cosa hecha de tus manos. Ya sabes que te anticipo esto porque te tengo confianza. Hazme la corbata que te dije como la que trai Gregorio Medel; te voy a comprar el hilo.
No te contesté nada lo de Félix porque pensé yo dárselos cuando viniera, sólo que ya los quieras te los mandaré. Los papeles te los mandaré a nombre tuyo. Yo lo hacía porque crellía que te regañarían, pero siendo así no tengo pendiente.
Regálame unas semillas de Belén para sembrar y si tienes de otras me las juntas todas. Si quedó bien la regadera con la cabecita que te mandé, déjala, y si no mándala para hacerle otra porque esa que te mandé es de la mía. Salúdame mucho a Toña, a Viata y a Jesusita. Tú recibe el cariño de tu Prieto que te aprecia y en todo te desea felicidad. Dime si piensas ir a Huanímaro, que de la ida al maguey puedes ir con toda la voluntad de tu Prieto. A la noche, te suplico que me hagas el favor de salir temprano, porque quiero ir luego que se oscurezca. Y no dejes de buscarme todos los santos que están allá míos y lo que tienes grandes favor de que los juntes todos para traérmelos.Quiere mucho a tu Prieto y más tarde sabré congratitular la voluntad con darte muchos besos. Pues ahora ya di principio. Ayer recibió la carta mi padre. Ya nomás de ti depende mi felicidad eterna o mi eterna desventura...
Tu Prieto que te quiere
J. Merced Ruiz C.Carta 19
Abasolo, 22 de diciembre de 1911.
Srta Merced Martínez
Ya he visto que tu mamá trata de hacerte desgraciada. Pues sigue por lo que ella te diga y serás más feliz mañana. Tienes allá todo lo de ella y no quiero más que se vuelvan a molestar por mí; por ella estás perdida. Porque ella fue la causa de tu perdición, y ahora se opone para nuestro enlace, pues sea por Dios, él castigará lo injusto. Todo lo que te digo es que ayer era tu Prieto y hoy soy distinto. Quien sabe ya no vuelvan aquellas dulces frases que recibías de mí, ni aquellos tranquilos días que pasábamos, en que sólo Dios era testigo de nuestra dicha.No me disgusto porque me cobran, antes me avergüenzo. Lo que tengo a mal esto que hiciste de mis padres y donde me dices que yo haría otro tanto, como dándole el valor a ella. No soy ingrato para decirte que no la obedezcas: sí, lo puedes hacer, pero en ciertos modos y que no te perjudiques tú, pero...
Yo desde la noche que me dijo tu mamá que tenías hartos para escoger, no he tenido una hora de tranquilidad, y con esto de hoy acabo de comprender sus fines que tiene contigo.Todo lo que tengas que sufrir quéjate a ella, ya yo no quiero ser el desprecio de tu familia; quitando a tu mamá grande, de esa mujer no llevo más que una gratitud que quizá algún día le corresponderé, aunque sea con una mala voluntad.
Ya no te digo más por no hacerte sufrir y mejor sufriré yo por ti.
Gracias por el regalo que me diste, por una parte me diste un dulce y más cosas agradables y en la carta... Esa carta trajo la amargura y fue la que vino a desunirnos de las más bellas ilusiones.
Adiós a mi amada
antes tuyo y ahora sólo
J. M. Ruiz Camarena
Lo que me habías de contestar, díselo a tu mamá, que ella tendrá cuidado de decirte si es de su agrado o no. Perdóname en lo que antes te haya ofendido, pero ya no me contestes. Hasta dentro de 30 días sabrás si te quería. Adiós.
Carta 20
Abasolo, 6 de enero de 1912
Sr. Luis G. Ruiz C.
Querido hermano:
Fue en mi poder una carta fecha 2 de enero, la cual tengo el gusto contestarte y espero que ya se te haya compuesto el tiempo algo. Pues, hermano, el 21 de éste estoy en el Santuario si Dios quiere y me contestaron de la casa dándome el permiso para que vaya. Contéstame y dime si estás bueno y en el mismo lugar porque quiero mandarte una reliquia del Santuario. También te digo que el 16 de éste llega el Señor Arzobispo a Cuitseo a bendecir el templo de Guadalupe.
De mi negocio no se [ha] arreglado nada. Pusieron una carta 8 señores de los principales de este [lugar] diciendo que era [yo un hombre] [a la vuelta] honrado y trabajador. Dichos señores firmaron la carta todos para don Miguel. En otra te digo lo que contesté. Si con ésta no se arregla nada le aumentamos la edad y se arreglará luego.
Recordarás que en un tiempo dejaste de escribir a tus padres, y viendo las cartas que me mandaban de la casa, por unos cuentos de Rafaela que le dijeron unos señores en casa de Pedro López, te crellían muerto. Yo estuve entreteniendo a mi mamá con mentiras, que tú me estabas escribiendo a mí; y mi mamá me mandaba decir que le mandara las tuyas para quedar más conforme. Y viendo que ya yo no hallaba qué decirle, invoqué a San Rafael y le dije que por tal que tú escribieras y no fuera cierto lo que se decía, le rezábamos la novena cuando tú vinieras. Date por recibido de esa deuda que tenemos que pagar y en recompensa de tan grande favor no dejes de traérmele algo para él cuando te vengas. Un vestido le ocupa media vara de un [lienzo] blanco y una tercia de amarilla [para] su capa.Tu hermano
Madre, bendice a tu [hijo]. Este fue equívoco por ponerle a la
[ilegible]
Salúdame a Cristóbal cuando le escribas y contéstame pronto. Sin más. Adiós.
En estos momentos me escribe Tina y me dice que el día primero se casó María Díaz.
Carta 21
Abasolo, 19 de enero de 1912
Srta. Mercedes Martínez
Muy Prieta mía:
Tengo el gusto de dirigirte ésta para decirte que mandes las sillas al circo tú y tu mamá. Te voy a mandar los boletos. No planches. Quiero que vayan. Sólo que desaires a tu Prieto dime que no vas. Contéstame luego sí o no te espero.
Sin más, el primero de tus ilusiones y el dueño de...
Siempre el mismo Prieto
ya sabes de quién
J. M. Ruiz C.
No planches,
al cabo tengo ropa
yo qué cambiarme
Te llevas a Toña y me dices sí o no
Vale
Carta 22
Abril 8, 1912
Lunes 8. Este día lo pasé inocente de la angustia que me esperaba.
Martes 9. Me salí a mi trabajo como de costumbre siendo mi salida a Tierras Blancas. En el camino fui meditando cuando la llevada de ... junio 4 [?] de 1910, pensando que dónde se montaría o al burro cómo iría de cansado.
Llegué a la puerta de teleras, donde estuve platicando con tu papá y contemplé la entrevista que tuve contigo. Luego luego pasé adentro para ver si vendía algo. Vi el horno donde tu papá trabajaba. Vi el pozo donde tú fuiste a sacar el agua y el morongo [?] te interrumpió. Luego me vino un suspiro y vi para Abasolo y dije “qué lejos está mi Prieta, que yo estoy aquí”. Salí de allí porque me sentía desesperado y fui a comer. En seguida gané con rumbo a Las Masas a los Altos. Allí vi un amigo que llegaba al mesón y luego me vino el recuerdo desde que nos conocimos. De allí me vine al Nombre de Dios y me
[al reverso]
pasé hasta el Fresno y me vino el pensamiento que cuando llegara estarías ya contenta. Llegué a San Ramón y hice un cambio del burrito por una burra y pensé que cuando me case no ha de querer mi novia andar en una burra, pero ya lo hice y allí ya más me vine para venirte a ver.En el camino de San Ramón para acá me encontré un amigo y no le quise esperar por venirte a ver. Llegué a las cinco de la tarde y luego comencé a hablarles a las ánimas [?] recio para que tú salieras a la ventana. Y viendo que no saliste me dije “tal vez está muy enojada”. Me senté por dentro de la puerta y me dije “a ver si le hace fuerza y me manda a Nicolasa”. Vi que nada hubo y me entré {acostar. No me podía dormir y fumé mucho, pero nunca me imaginé que no estabas. Me quedé dormido... [tachado en el original] a rezar y me dije “yo pienso que tal vez me manda la novena". Y acabé de rezar, y viendo que nada hubo me salí a la puerta. A las 9 y cuarto llegó don Juan y le dije: “dígales ahí que me presten la novena". Y cuando y como yo llegué con algo de hambre, no cené, y mandé traer leche y mandé que me hicieran chocolate a Juanito. Luego me lo trajeron y les dije: “llévenselo, y cuando yo lo quiera voy por él”, porque pensaba que cuando me pasara para adentro a tomármelo saldrías tú a la ventana y tal vez perdía de hablarte.
Bien, como ya te dije mandé a don Juan por los 13 martes y yo me fui a traer el chocolate. Llegamos juntos a la puerta y le dije “¿qué le dijeron, dónde están?” y me respondió “sólo los muchachos están” me dijo él; “y me dijeron que su mamá se había llevado las [inconclusa].
Carta 23
Abasolo, 12 de abril de 1912
Señorita
Mercedita Martínez
Muy estimada Mercedita
Tu Pipo
Dime si la causa de tu ida fui yo, pues perdóname y vente cuanto antes. Te prometo no volverás a sufrir más por...
Si en algo aprecias a tu amigo Pipo, ya no le hagas sufrir más. Mira que ya no tiene con quien salir ni con quien hablar. Esas tardes tan largas y esas noches que antes eran chicas hoy son inmensas.
¿Qué ya olvidaste a tu Pipo? Si le olvidaste, de menos no le cambies por otras amigas...
El lunes no dejes de ir a pasiarte a la estación a salud mía o entre diez y once estás al pendiente a la puerta. Te mandaré mi cariño.
[al reverso]
Para que lo esperes en la puerta si se va por tierra, y si va en el tren vas a la estación y allí lo recibe[s].
Tu amigo que te aprecia
J. M. R. C. Z.
Si puedes hablarme por teléfono, háblame mañana a las cuatro de la tarde, domingo. Me llamas a la parte donde asisto el domingo y yo pago aquí todo
Adiós
Carta 24
Uriangato, 22 de abril de 1912
Mi querido hijo:
Tengo el gusto de saludarte cariñosamente. Pues espero te encuentres bueno como yo lo deseo. Hijo, recibí tu muy grata. En contestación de ella te digo. Tus deseos son de que yo fuera para Abasolo. Pues yo sí tenía pienso de ir en los días Santos porque todavía estábamos en Marzo, pero ahora veo que ya se está llegando el plazo que le pusieron a la novia y más bien cuando la den me mandas decir si tienes voluntad en que yo vaya, pues ahora no me es posible hacer 2 gastos, ir ora y después cuando se te arregle tu enlace. Cierto, me mandó Cristo 18 pesos. Mandó 20, pero 2 para Luciano y 18 para mí, de los cuales pagué 4 que ya se debían y también compré 4 pesos de teja para el portal, y más de gastos de viguetas, y ahora me quedé sin nada, sólo con la esperanza de que Luis me mande y si no pues Dios dirá lo que sea. Porque hace mucho tiempo que no ha mandado nada porque no tiene trabajo y es causa de que nos hemos atrasado también nosotros mucho, porque Cristo duró 5 meses sin mandar por las heladas que no pudo hacer nada hasta ora. Esto que te digo, sin más. Recibe expresiones de todos en general. Recibe sus recuerdos de don Tomás Sobedo [?]
[al reverso]
y de José Baesa; el de mi compadre Gregorio, que cada vez que lo miro cuando voy [a] algún mandado me pregunta cómo está Merced y que te mande saludar cuando te escriba, pero a mí se me había pasado decirte. A más ai te mando esa tarjeta, en días pasados nos mandó Luis unas, y a Pepito le mandó una con cola. A mí me gustó mucho y le mandé pedir una sin dedicatoria sólo para mandártela a ti. No agradezcas lo bonito sino que a mí me gustó mucho y te la mando para que la conserves. Tú recibe el afeuto de Agustina y el aprecio de tus padres, que verte desean más que escribirte. Adiós, hijo, recibe las bendiciones de noche y día
Juanita Camarena de Ruiz
Un recuerdo de Soledad López, la de Nazario Reyes.
Carta 25
Abasolo 19 de junio de 1912
Sr Miguel Martínez
North Texas, E.U.A.
Señor y buen amigo:
Mucho le agradecemos a usted la contestación que se sirvió darnos respecto al enlace de su hijita con el señor Ruiz.
Y esto mismo nos suplica este señor para decirle a usted se digne por quien y por bondad dar su parecer pues es bastante el tiempo que ha pasado.
Yo le suplico atentamente se sirva, sin que le sea enojoso, dar su consentimiento, porque bien comprenderá usted los peligros que hay cuando los padres se forman caprichos y los más no dan buenos resultados.Yo en particular y demás amigos de usted y sin que se ofenda alabamos la conducta de Ruiz, puesto que no se ha traslimitado de los deberes de hombre honrado y temor de Dios.
[al reverso]
Concluyo pues manifestándole a nombre de este señor y de mis signatarios de la presente carta se digne resolver este asunto que le es de gran importancia
Que se conserve usted bien son mis deseos y espero de su contestación.
Me repito su afmo. amigo y s. s.
José M. Dábalos
Carta 26
Abasolo, 10 agosto de 1912
El día 1º de enero me pidieron y el diecisiete de febrero contestó dando de plazo cinco meses.
Se cumplieron y le volvieron a escribir, y contestó diciendo que nada más esperaba la última voluntad mía y no le contesté.
Y se vino, llegó aquí el día último de julio y me dio el día 4 de agosto. Y me presenté el día 10 a las 11 del día por lo eclesiástico, y por lo civil a las 4 de la tarde.
[Mercedes Martínez].
Carta 27
Noviembre 2l de 1912
Fort Worth Texas U.S.A.
Sr. J. Merced Ruiz
Mucho me alegraré que al tener la presente en tus manos goces de cabal salud en reunión de tu apreciable familia a quien me harás favor de saludarme.
Pues yo estoy ya poco bueno. [He] estado poco malo, duré seis días.
[al reverso]
enfermo, pero ya estoy bueno gracias a Dios. Pues cuñado, recibí tu carta fecha 2 del presente mes donde me dices que están lindas las rancheritas en el pueblo.
Pues respecto a eso yo estoy muy conforme, a ver si se logra una para tu cuñado, pues de lo que tú me dices respecto a que me quieres llevar a representarme con las de tío Caza, pues yo también,
[hoja 2]
con motivo a que quisiera estarlos en mi tierra. Pero no me dan ganas con motivo de la revolución, pero no me ha de faltar irme, nomás que calme un poco la revolución.Que de lo que tú me dices que me vaya a vengar no tengas pendiente.
Sólo que te quisiera castigar Dios aquí pagarás en la misma.
Mi muy querido y estimado cuñado:
[al reverso]
Pero si así fuera, pues no hay más que hacer la voluntad de Dios.
No porque si mi hermana te quiso a ti, es duda que la tuya me quiera a mí, sólo que la de buenas.
Has de dispensar el atrevimiento que tuve en dirigirte estas palabras y es cuanto te dice tu cuñado que verte desea mejor que escribirte.
Tu s.s.
Manuel Martínez
Carta 28
Abasolo, 7 de abril de 1913
Sra. Ma. Merced Martínez de Ruiz
Uriangato
Inolvidable Prieta:
Acabo de recibir la tuya fecha 5 y tengo el gusto de contestarte para decirte lo que deseas. Cuánto me gozo al saber que todos te quieren bien, pues todo lo que te conviene es que a todos los que te manifiestan el cariño les dejes algún recuerdo de tus manos. Dile a Tina que te consiga unas hojas para que le hagas unos corazones o tú sabrás en qué te quieres entretener. Sólo lo que me estraña mucho es que no mientes a Tina ni a Pepe ni su familia que te hayan recibido con gusto como los demás, pero creo que tal vez se te pasó. De los cerros que me dices que hay muchos, pues antes te había de dar gusto. Por esas laderas bajaba tu Prieto con tantas cargas de barañas, y si no pregúntale a mi mamá, cómo cuando llegaba a mi casa hasta las gallinas se alborotaban de... De las cartas que me dices que quemaste, pues siempre has visto que todo lo que haga mi Chedes conmigo está bien; haz lo que te dé mi gana, nomás no estés triste y está todo bueno. Salte a pasiar por la Loma, que es lo más guapo que tiene mi tierra. No estés triste, que al cabo no le hace que nazcan ciegas ellas... Dime si te gustó mi casa como está y dime de alta la de José, que tan célebre es, y si vas a hacerle una visita a Ernesto me lo saludas a mi nombre. Otra a mi tío Fermín Ruiz, y a mi papá dile que cuándo te lleva a Yuriria para que lo conozcas. De Moroleón no te digo, porque ya fuiste el domingo.
[al reverso]
Yo te vi cuando andabas en el jardín. Me dices que si quiero que me traigas la cobija. Pues todo lo que te guste puedes traerlo, sea mío o no. Yo creo que nada te han de negar. Te digo así porque tú eres muy amante de los pomos y cositas chicas. No te quedes con las ganas de alguna que tenga Tina y te guste, pídesela. Lo mismo de lo que yo tengo, como es la cajita chica; si te gusta y Tina no la ocupa, puedes traértela. La amarillita no, porque está más grande. También te digo que si mi mamá y Tina te permiten traerte el poncho, te lo trais, y si no mejor lo dejas. Lo que te encargo mucho me traigas, todo lo que halles de apuntes me los trais. Has de hallar en el baúl prieto un documento de Nazario Reyes y otro de Pepe. Esos sí me los trais para guardarlos. Y todo lo que tú quieras de la casa que allí hay, y te gusten y creas que pueden servirte, las trais. Cuando veas a mi comadrita Lucrecia me la saludas a mi nombre. Y no dejes de hacerle la novena a Señor San Miguel por intención de... que se nos quite la brujez, ya ves que esa ha sido la causa de nuestra intranquilidad; si no fuera la pobreza que nos ha cargado tanto, habíamos de estar mejor que todos los estados. Pero en fin, dile a San Miguel que me conceda ir por ti allá. Tengo muchas ganas, de repente me llegar unas desesperaciones que me hallo en ánimas de correr para allá. El día que ustedes se fueron, luego que fui a misa me iba a ir. Pero no hallaba qué pensar: si irme o quedarme en el Valle. Por fin me resolví a venirme, pero todavía no estoy muy conforme. Siempre de repente me dan ganas de atravesar el cerro y llegar en un día allá, y verlos a todos y otro día venirme. Pero Dios sabrá cuándo se me conceda.
[hoja 2]
Tu papá no está aquí, no ha venido de Irapuato. El aquí dijo que no venía hasta que no arreglara el negocio del mesón y creemos que mañana viene. Hallé carta de Chucho y Pachito y me dicen que les salude a Cheditas. Pues de Toña está buena, sólo que llora mucho cuando nos fuimos, hasta que se le olvidó su primita [?] y Mechillita. Te manda saludar tu mamá y te dice que ya están muy grandes los pollos y que los quiquiriquis salieron los dos de en casa de tu madrina y uno de en casa de Ventura. Y figúrate, la guajolota tanto pollo que tralli, se los comió la puerca todos; no quedó más que dos a ella y el que yo eché, que ya lo tengo en una jaula porque no se lo coma. La abada de tu mamá sacó catorce, están muy bonitos. Que no se te olvide el encargo que te hizo cuando se fue que te fuiste, dice. Nomás desde los saludos de tu mamá, así como está me estuvo diciendo, ella en la cama con la toalla y yo en la mesa escribiendo; y como ella estuvo relatando y yo escribiendo, ya ves cómo es tu mamá, un pedazo de... tu corazón. Si no estás a gusto dime, para que siquiera seamos los dos. Yo no tengo pendiente por comida, por ropa limpia, por nada, sólo porque me haces falta tú. Mi comadre se fue ayer para Irapuato, se fue a vivir. Lola te manda saludar y también aquí haces mucha falta tú. Están las macetas muy bonitas, dime a qué santo se las prometiste las azucenas y cuáles a cada uno. Ya están como cinco abiertas, nomás espero me digas para darlas. Yo sé que unas son para San Rafael, otras para el Santo Niño y no me acuerdo más. Contéstame pronto de lo que te pregunto y dime qué tan adelantado está el templo.
[al reverso]
Prieta, no tengas pendiente de las medallas. Las dejaste en la cama donde te acostaste y dejaste las cañas. Te las voy a mandar por un bulto postal. Dime cómo se llama la calle de mi casa y qué número tiene. Favor de que le digas a Tina que cuando vaya Rafael Martínez le diga que le iba a escribir una carta, pero que no lo hice porque ya pasó mucho el tiempo de la muerte de su papá y yo hasta ahora supe; dile que lo siento bastante y que me lo salude. Y tú no dejes de hacérmele a Señor San Rafael un adornito siquiera para que se acuerde de ti cuando te vengas. En la contestación me dices qué has hecho, qué has visto, por dónde has andado, con quién te has juntado. Y no vayas a guardar rencor con tu tía Genoveva, perdónale, que Dios no perdona al que a otro no perdona. Dile a Trini Díaz que me salude mucho, mucho a Librada y Tomasa. Y tú recibe el más tierno cariño de tu Prieto que te aprecia en toda, te desea verte. Tu mamá ayer le pegó el cólico pero ya esta buena. Manuel cayó el catarro, y a mí no por enfermedad estoy triste, sino porque no estoy impuesto a dejarte tanto día sola. Tu ma Nela siempre con su mercancía que no le deja nada, dice que sale la rama [?]. Toña manda saludarte y que le saludes a Conchita, Jesusita, Pepita y no sé cómo se llamen los demás. Dile a mi má y a mi papá que me den siempre su bendición.Adiós
Tu Prieto
J. M. Ruiz
Carta 29
Abasolo, 12 de abril de 1913
Señora Merced Martínez
Mi muy apreciable hija:
Mucho me alegraré te halles sin novedad en compañía de toda tu apreciable familia, pues la que nosotros gozamos es buena, gracias a Dios, y lo mismo deseamos estén ustedes.
Pues, hija, no te alarmes con respecto al cambio de que te dice Merced, porque tú no dejas de comprender lo comprometido que está; y nadie mejor que tú lo conoce que es de mucha vergüenza y además que no es flojo, y como no más está encerrado por los compromisos que lo exigen y no tiene con qué pagar y que dice que se le hace muy triste estar lejos de ti.
Yo lo consuelo lo más que puedo, pero ya tú sabes cómo es él de tenaz, siempre él sigue abatido y triste. Y más como tu papá desde otro día que ustedes se fueron salió él para Irapuato y no ha vuelto, me escribió que le anda buscando sólo ocasión para Manuel para que se vaya tan luego como le mande decir, y Merced dice que va a buscar una casa para irse cambiando poco a poco, que al cabo ha de suceder, como ya tú sabes, que se está venciendo el compromiso de nosotros también, estamos como de paso. Y Merced, según me ha dicho, es que quiere que te vengas para que tú vendas las macetas y estés conmigo mientras estamos mandando lo que hay que llevarse y vender lo que no se pueda llevar, y me acompañes mientras nos vamos todos. Y también te digo que hoy sábado salió Merced para Irapuato y se llevó a Carlos. Digo que siquiera allá puede ir a misa con tranquilidad, no que aquí ni a misa. Nadie le ha pagado de los que le deben, de modo es que se fue de aburrido completo. Dijo que ya se le había negado el pueblo, por [al reverso] eso es todo lo que pasa. Hazme favor de dármele muchos recuerdos a tu mamá Juanita y a Tina, a tu papá, aunque no tengo el honor de conocerlo. Recibe muchos recuerdos de Toña, que hasta se ha enfermado de la separación.Y tú, hija, recibe las bendiciones de tu madre que no te olvida
Ma. Refugio Carrillo R. de Ma.
Carta 30
Uriangato, mayo 26 de 1913
Sra. Merced M. de R.
Estimada amiga
Me alegraré que al recibo de ésta, te encuentres gozando de completa felicidad en compañía de tu esposo; son mis deseos.
En contestación de tu carta va ésta para saludarlos deseándoles se encuentren bien, pues yo aunque estoy bien por ahora, pero todavía con mi corazón traspasado del más profundo pesar por el reciente acontecimiento de mi hijo.
Reciban recuerdos de mi esposo e hijos y tú recibe los
[al reverso]
más afectuosos recuerdos de tu amiga que te desea salud y prosperidad.
Tu Afma y S.S.
Trinidad Díaz de D.
Carta 31
Uriangato, 16 de junio de 1913
Querido hijo:
Escribo para saludarte, así como a Mercedita a quien me le darás mis recuerdos. Hijo, ayer tuve razón tuya con un señor, según me dijo, que era de Joconesde [?] y que le ibas [a] hacer una carta para mandármela, pero ya no te pudo encontrar y se vino con ese pendiente. Hijo, por qué no te das un resbanlón hasta acá, del Jaral [a] aquí no queda nada de retirado, lo mismo que del Valle. Pues yo sí iré porque ya tengo muchas ganas de verlos, pero no creas que se ha calmado esto de los bandidos, saltiadito, pero no le hacen baja. Hoy hizo quince días mataron, qué crees tú, ya le había salido arribita de la cuesta, por el camino de Yuriria, mataron a un hombre por quitarle el caballo. Le salieron dos de los bandidos a pedírselo y él se les opuso y luego lo mataron. Y siempre, entre todo esto, haz ánimo a venir y verás tú cría [?] a ver qué esperanzas te acompañan. Recibe un abrazo muy de Luciano y otro Mer y el corazón de tu mamá que los aprecia y en todo le desea felicidad.
[Juanita Camarena de Ruiz]
[Al reverso]
Estimada cuñada:
Te escribo estos renglones para saludarte, así como a Merced. Espero estén buenos, sin novedad. Por acá todos están buenos, gracias a Dios. Merceditas, dime cómo te ha probado Irapuato, y a Merced cómo le ha ido de bien. Te manda decir mi mamá que si tu mamá también está en Irapuato o todavía está en Abasolo, favor de saludarlos a todos a su nombre. Merceditas, Cristo te manda un pomo de huisar [?], dime si Mercé ya es conocido para dirigirlo a ustedes. Qué te parece de la gracia que hizo Luis: te contestó y puso en el sobre María M. Martínez de Ruiz, y Quintín se la entregó a María Martínez, la esposa de Bernabé Ruiz, pues tal vez la eme sola no entendió él, y yo como soy tan mala me dio coraje y lo dejé así. ¡Cómo no se fijan en lo que hacen uno y otro! Biera hecho Luis lo que Cristo para entregar el huisar. Recibe sus recuerdos de Conchita, y es cuanto, te desea felicidad. Ese cuadernito es un recuerdo de la peregrinación del sagrado corazón que hubo aquí en la Villa.
Juana C[amarena de Ruiz]
Carta 32
Uriangato, 19 de febrero de 1917
Sra. Mercedita M. de Ruiz
Irapuato
Inolvidable esposa:
Recibí ayer la tuya fecha 14.
En ésta no es más que para darte un dolor. Hoy murió mi hermano José Ruiz C. a las 5 y media de la mañana, yo dormía en el cuartito.
Duré despierto con todos hasta la una de la mañana ya sabrás que velando a Pepe, luego me dice
Pepe muere amaneciendo.
Inmediatamente me levanté y me fui al cuartito.
[al reverso]
Me dormí a poco siguió que yo estaba dormido cuando comenzó el griterío, y como estaba vestido, y luego me fui a en casa de Trine y allá me tomé una ollita [de] hojas y me divagué algo algo, pero luego me acosté a dormir y me compuse.
Yo tengo mucha hambre, creo que por la gracia de Dios nada me va a pasar.
Sin más, tu Prieto que siempre te quiere
J. M. Ruiz C.
[Hoja 2]
Mercedita,
Te adjunto este recado para decirte
que había pensado que viniera contigo,
pero si Elvira viene la casa se atrasa,
porque ninguna persona es capaz como ella.
De modo que cuando te vengas tú sola por mí,
o convida a tu mamá. Si tu mamá me hiciera la
caridad de venir, tal vez sólo ella me pueda curar.
Yo me siento malo y voy a decir mi enfermedad.
[al reverso]
Estoy tan hinchado,
que todo lo que son
piernas estoy hinchado
los pies de abajo.
El calcetín, con todo lo que estira,
me aprieta; zapatos no traigo,
desde que llegué traigo huaraches.
Escribe la carta siquiera
ocho días antes. Desde que llegué
no me han hecho un remedio.
Tu Prieto
que sufre