Papeles de familia

  • Inicio
  • Catálogo
  • Expedientes
  • Publicaciones
  • Contacto
Inicio

Índice

 
  • Año de 1866.
  • México, martes 6 de Marzo de 1866.

  • Papeles de familia
  • Concurso 1992
  • Exposición 1994
  • Reuniones
  • Taller
  • Ligas de interés

Volver al índice

De mi vida 1866-1940

Expediente 088 : De mi vida 1866-1940

Autores: 
VALLARATA, Ignacio Luis y Alejandro VALLARTA

Doscientas seis cartas escritas por Ignacio Luis Vallarta dirigidas a personajes de la época, sobre temas de política, negocios y familia.

Ficha técnica
Título del expediente: 
De mi vida 1866-1940
Donador: 
CROBET VALLARATA, Eloisa
Autores: 
VALLARATA, Ignacio Luis y Alejandro VALLARTA
Tipo de documentos: 
Memorias
Tipo de documentos: 
Cartas
Fechas: 
01/1866 - 01/1940
Lugar de escritura: 
Jalisco, México (cd.)
Descripción: 
Doscientas seis cartas escritas por Ignacio Luis Vallarta dirigidas a personajes de la época, sobre temas de política, negocios y familia. Memorias de Alejandro Vallarta, en donde relata acontecimientos significativos de su vida y de la de su padre Ignacio Vallarta.
Número de fotografías: 
6 fot.


Fragmento

Cartas

Año de 1866.

Copia de la carta dirigida por el Señor mi padre a su esposa:

México, Martes 13 de febrero de 1866.

Mi muy querida Pachita:

Te dije en mi última, que en ésta me seguiría ocupando de las tres últimas tuyas que recibí casi juntas en fin de la semana pasada y voy a cumplirte con gusto mi promesa. Esta carta es la continuación de mi anterior, que tuve que terminar por ser ya demasiada larga. Todavía no llega el correo y tu carta que espero hoy te la contestaré por el inmediato (correo).

Yo sigo bueno y sin novedad: en mi vida no hay cambio y sólo gozo, cuando recibo tus cartas y sé que ustedes están buenos; así como sufro, cuando tus cartas se me retardan y veo que ustedes están enfermos. En estos últimos días a pesar de que estamos en pleno carnaval nada he tenido de notable que sea digno de contarse. Yo no he ido a teatros o bailes, como tú supondrás, pero a pesar de ello, he conocido como todo el mundo, que este carnaval está triste que ni parece carnaval.

Creo que yo no he llegado a ver en las calles, ni 20 máscaras, cuando en otros años se cuentan por miles. Dicen que la policía ha puesto restricciones y penas a las máscaras que por esto hay tan pocas. Me proponía contarte muchas cosas de este carnaval; pero ya te digo, no hay nada y estos días en nada se han diferenciado de los anteriores. En mis recuerdos yo he hallado mil gratos placeres: siempre me acordaré del carnaval de 1862 (año de su matrimonio) Te tengo tan presente de como estuviste en el baile de Cañedo, que te podría retratar. Y ¿te acuerdas de nuestras conversaciones de esa noche?¿te acuerdas de mis intrigas para ir al baile, para reconocerte, para hablarte? Estos recuerdos me valen una gran fiesta. Y tú ¿cómo has pasado este carnaval? Se han divertido tú y los chiquitos (Isabel y Luis), han visto muchas máscaras, han salido a alguna parte? y tú ¿te has acordado mucho de mí? ¿Hemos invocado juntos nuestros recuerdos tan queridos? Espero que me lo digas todo, y me cuentes como te haya ido en estos días. Ojalá tu alivio y el de los muchachitos, te haya permitido pasar muy bien el carnaval.

Anoche [se] me ocurrió ir a la retreta, para matar el tiempo y oí con gran gusto tocar a la música austriaca "La marcha de Fausto" el Coro de los soldados, ¿te acuerdas como te obligaba yo en las noches a estudiar esa pieza? Luego que oí sus armonías, creí que mi buena suerte me había llevado a oír sonidos que despiertan y avivan mis recuerdos; me parecía estar junto a tí, rogándote que estudiaras: me parecía verte y hablarte... Tuve un rato muy agradable y lleno de recuerdos; pasé una noche muy bien, ¿no te sucede a ti que los recuerdos que despierta la música son tan vivos que parece que ponen en frente a la realidad?...¿no tocas tú, tu piano con frecuencia, ¿no te acuerdas de mí con mis piezas favoritas? ¿no cantas?

Quiero que me hables sobre esto, que hace tiempo no me dices una palabra. Deseo que cuando nos veamos me toques algo, sin olvidar el "Carnaval de Venecia", la "Réverie" "El Cornicollo", quiero oírte cantar de seguido y sin interrupciones y acompañándote sola, algo de Traviata, Trovador, Lucrecia, Lucia. Pido mucho, ¿no es cierto? Es porque quiero que gocemos mucho y para que aprendas a gozar con mis goces y yo en los tuyos; haz lo que te digo y aprenderás a tener esos goces, de que hasta ahora no has querido disfrutar. Ya sabes que está a mi cargo la educación de mi muchachita y yo quiero que mi esposa tenga siempre a su marido contento; para que ella lo esté también. El estudio que te recomiendo, ha de ser en todo caso, sin perjuicio de tu salud.

He tenido otra novedad en estos días: ayer me saqué 12 centavos en una lotería de aquí. ¿Qué te parece? de ese gran caudal; esperaba ganar $ 12.000 en la lotería de La Habana y tuve 12 centavos en la de aquí. Quizá en otra ocasión, la suerte no será tan tacaña. ¿ tú, nada te sacas? Aunque así sea, sigue entrando.

Ya te he hablado de mí y de lo muy poco notable que he tenido en estos días: Lo hago así, para que no me creas tan egoísta, al querer saber de ti todo lo que te pasa, sin decirte lo que me ocurre a mí. Ahora, déjame hablarte de lo que más me gusta.

Cada una de las palabras de tus cartitas, halaga y satisface mi corazón, cuanto más no puedo desear: me siento lleno de tu amor y estoy loco de gusto al ver que yo soy para tí, lo que tú eres para mí, mi felicidad, mi vida, mi alma. ¿Te acuerdas de cuando te decía que no me amabas lo bastante, que mi corazón te pedía más, que esperaba tener eso, más cuando tu crecieras más y me conocieras mejor? Hoy verás que entonces tenía yo razón: hoy comprenderás porque me siento satisfecho de tu amor. ¿Qué más puedo yo desear que la completa posesión de tu corazón? Que a ti, como le agradeceré a Dios ese gran bien que me ha concedido. Tu sabes mi Pachita, cuánto he sufrido en esta cruel época; pues bien, yo la bendigo y la recordaré siempre con placer, porque en esa época adquirí todo el tesoro de tu amor que desde 1860 he tratado de conquistar. ¡Bendita sea esta desgracia de hoy, que me da y me asegura la felicidad mía y de toda mi familia, por toda la vida! ¡Bendita sea esta dura prueba a que Dios me ha sujetado y de la que saldrá también tanta dicha para nosotros!... ¿No piensas cómo yo, mi hijita? ¿No te parece que todas estas penas de ahora, son poco precio de nuestra felicidad? Nuestro noviazgo fue fácil y sin contradicción; ya te acuerdas que tuvimos lo que no todos los novios tienen. Parece que el cielo no quería darnos la felicidad a que estamos llamados, sin que antes le hiciéramos algún sacrificio; en esta época de prueba nuestros sufrimientos nos han dado ya derecho a nuestra felicidad. Tu me conoces ya, mi hijita, sabes como es mi corazón, y sabes como lo tratarás para que en tí no sienta más que la dulzura de tu amor, muchachita que fue mi novia, y que no había querido ser la esposa, haya comprendido que vale más la esposa que la novia: ella me dio sus gracias y sus caprichos de niña, y hoy me ofrece la ternura; la abnegación, las virtudes todas de la esposa: venga pues, a mis brazos la esposa de mi alma, venga a ocupar su lugar en mi corazón; venga a santificar mi vida, embriágame de su amor: venga a ser la alegría de mi casa, mi compañera de toda mi vida!... Cómo no me estremeceré yo de placer al pensar en ese día, en que Dios me conceda verte y abrazarte! Me separé de ti, Pachita, lleno de amargura, por creer que yo te iba a hacer falta; pero el día que te vuelva a ver, creo que no podrá mi corazón con ese placer... Cuánto, mi hijita,has aumentado en mi amor, durante estos crueles tres meses!... ¿Comprendes ya ahora como de mí podrás hacer lo que quieras, que te ame más todavía, que tus virtudes me hagan tu esclavo? ¿Comprendes ahora ya, como de ti depende que nuestra casa sea la habitación de la felicidad? ¿Comprendes ahora ya, como el deber de la esposa, no es una cosa difícil, sino al contrario muy fácil, y además muy agradable, muy satisfactoria? ¿Qué es más agradable que hacer la felicidad de un hombre por el amor? Quisiera estar a tu lado para que mis miradas te dijeran lo que mis palabras no dicen; para que un beso de mi alma a la tuya, pusiera en confidencia nuestras dos almas, y tú vieras todo lo que en la mía hay preparado para la tuya... ¡Cuanto deseo que llegue ese día de nuestras confidencias! Cuanto deseo que nos hablemos para consolidar para siempre nuestra felicidad. Luego que tú te persuadas de que tú, la tienes en tus manos, yo te meteré que ella está ya para siempre con nosotros; y espero que esa persuasión será en ti completa el día de nuestra reunión...Preparémonos, mi hijita, para ese gran día, él se acerca ya; Dios me lo dice y tengo yo en ello la fe más viva.

Me dices que lejos de mí, eres menos religiosa y que pierdes la fe, no acordándote más que de mí. Aunque me dices que no te conteste sobre esto, reservando hablar de ello, cuando nos veamos; yo, sin prescindir de que hablemos mucho de todo lo que nos pasa, quiero decirte unas cuantas palabras desde ahora. Te he dicho ya que yo creo que a pesar de los males que estamos sufriendo, Dios nos ha mandado esta época, como para purificar y santificar nuestro amor, para estrechar más y más nuestros vínculos, para educarnos en la escuela de la adversidad y prepararnos para toda una vida de acción y de dicha: estoy yo tan convencido de esta idea, que ya te digo, bendigo esta época, que me volverá a tus brazos encontrándote más digna, más perfecta, más santa para mí. Piensa en estoy verás como aún por esta época, le debemos gratitud a Dios que nos protege: piensa esto, y nuestra felicidad tendrá algo de celestial. Después, como tú quieres, hablaremos más sobre este punto: hoy te encargo que pidas a Dios por todos nosotros y por la próxima llegada del gran día de nuestra reunión. Mereceremos, Pachita la protección de Dios y pronto acabará esta época.

En tu última cartita, tus palabras me revelan que estabas desalentada y que tantas penas que sufres, te abaten y acaban con tus fuerzas. No, mi chula, es necesario que no sea así: abatirse, sería enfermarse, y tu enfermedad me desesperaría. Por mí, por mi amor, no te dejes abatir: estos sufrimientos son transitorios y es preciso que en tí, no dejen la huella de una enfermedad. ¿No ves que con una enfermedad, retardarías el momento de nuestra felicidad, porque yo no la tendré viéndote enferma? Me dices, que ese abatimiento es efecto sólo de tus nervios: lo comprendo bien; pero por eso te he recomendado que te los atiendas, que hagas ejercicio, que te distraigas, que te cures y que te cuides mucho. Si haces todo esto, si cumples todos mi encargos, te aseguro que los nervios no te mortificarán y así podrás sufrir estos males de hoy, con la fe de que pronto tendrán fin y vendrán nuevos días en que gocemos tanto, como hoy hemos padecido, y aún más todavía ¿No lo crees así, mi hijita?

Haces muy bien en acordarte de que yo soy todo tuyo, para poder así sufrir tus penas. Que mi recuerdo endulce tus amarguras, hoy que tan poco puedo hacer para evitártelas, como yo quisiera! Yo procuro con todas mis fuerzas que tú nada sufras; pero soy impotente para esta adversidad que nos persigue. Sin embargo, quiero que me cuentes todas tus penas, sabiendo que yo tomo parte de ellas, tú sentirás alivio: quiero que mis palabras te lleven mis consuelos para esta época y mis esperanzas, para la que pronto llegará trayéndonos nuestra felicidad. Sabiendo yo que en algo mitigo tus penas, estoy tan contento, ¡aunque sufra mucho por otra parte! Sí, mi hijita, aquí me tienes a mí, a mí que mi deber, mi amor, mi felicidad consiste en protegerte, cuidarte, atenderte, defenderte... si, mi hijita aquí estoy yo, que conservo mi vida para mi familia, y que no quiero vida mas que para servir a mi familia. Hoy estoy reducido a una estéril impotencia, porque nada puedo hacer para Uds.; pero esto no será así siempre y muy pronto Dios me dará el gusto de reunirme con Uds. y de ser todo lo que yo quiero para Uds. En tus malos ratos, piensa en mí y en mi amor, y puedan mis palabras darte el consuelo que yo deseo.

En el final de tu última cartita me ofreces escribirme muy largo en tu siguiente: esa siguiente hoy la recibo. Ojalá y sea tan larga, ¡siquiera como una de las mías! Nunca me satisfago con tus cartas: siempre quisiera más. Así como Dios nos dio un día en que ya no hubiera once, espero que también nos dará pronto en que para hablarnos no haya necesidad de correo, ni que un pedazo de papel mida el tamaño de nuestras conversaciones. Ojalá llegue ¡pronto, pronto!.

Me acuerdo que en una de mis anteriores te dije que me escribieras algo en francés para que hagas con eso algún ejercicio. Nada me has dicho de esto, ¿qué ha sucedido con este encargo?

Espero que me respondas todas las preguntas que te hice en mi anterior, y que me la contestes punto por punto. Para saber cuanto yo deseo de ti, es necesario que me escribas mucho y te encargo lo hagas, sí contestándome mi anterior.

Voy a comer ya, a la tarde te escribiré más.

Acabo de ver tu retrato a quien he hecho una visita después de comer: así me hago la ilusión de que paso contigo la siesta en la asistencia... ¡Cuánto necesito que me quites las canas! Si vieras cuántas tengo y cuántas me han salido en estos tres meses! Necesito que tus manos me quiten esas señales de vejez, que en mí no son sino prueba de mis sufrimientos. Ya que se presenta una ocasión, te diré que desde que salí de esa ciudad, no me he vuelto a afeitar. Figúrate cuán barbón estaré. Tengo intención de estar así, hasta que no vuelva a tu lado: entonces ya tendré gusto de estar a tu gusto; hoy no hago caso de mi y ando de cualquiera manera. Tengo yo como tú, mil antojos: deseo que me espulgues, que me quites canas, quiero caricias, quiero verte, hablarte, abrazarte... Ojalá pronto tenga eso. He estado prensando al ver tu retrato en que el que me has ofrecido de ti y los chiquitos se va difiriendo mucho y así se pasa el tiempo sin que me venga ese grupo que deseo tanto tener. Te encargo que si Luis no estuviere aún en estado de retratarse por sus enfermedades, me mandes el tuyo y el de Isabel primero y después, cuando se pueda, el de Luis. Quiero verte, juzgar de tu estado por tu fisonomía y por esto te encargo que ya no esperes más tiempo para darme el gusto de verte. Ojalá este día 24, como me dijiste en una de tus anteriores, tuviera yo el gusto de recibir aquí la visita de mi familia, aunque sea en retrato. Procura que tus retratos me vengan pronto: me darás con ello muchísimo gusto.

Hace días que te estoy queriendo preguntar por el libro de nuestras confidencias. ¿Has escrito en él? ¿Has escrito tus sentimientos, tus penas, tus amarguras?>te recomiendo que lo hagas, después los recuerdos que ese libro contenga para nosotros, nos serán gratísimos. Y ¿has leído lo que en él hay ya escrito? En tus horas de abatimiento, apela a esta lectura y siempre te hablará el corazón.

Y ¿otros libros para leer no tienes ahora? Esto también te divertirá. Dime qué has leído y qué estás leyendo ahora.

Tengo un cuidado aquí. Mis pistolas las dejé cargadas y me parece que un descuido, causa alguna desgracia en Uds. Las tres grandes son las que están cargadas. Válete de Salvador o Ramírez para que las manden limpiar y descargas y luego álzalas tú. No se te olvide esto.

Dime como sigue Salvador y salúdamelo lo mismo que a mi papá,
Carlota, Catalina, Pancho, Verea. A mis amigos, también dales expresiones. A mis hijitos dales muchos besos y háblales de mí. Tú, mi chula, vive segura de que no hay quien te ame más que yo, que seré siempre tuyo y que vives en medio de mi corazón... Ten fortaleza para sufrir unos pocos días más y espera que pronto llegue el feliz día en que yo vuelva a tus brazos para no volver a separarme más. Recibe un beso que mi alma te manda y es que te lleva mi amor. Hasta el jueves, mi queridísima Pachita, mi vida, mi chula: recibe sobre tu frente mil besos que te manda quien es y será tuyo.

I. L. Vallarta.- firma

México, martes 6 de Marzo de 1866.

Queridísima Pachita:

Comienzo a escribir desde antes de llegar el correo de hoy y lo espero con ansia para recibir tu cartita de hoy: deseo que tu me digas como sigues; aguardo que Guzmán me escriba y quiero saber todo lo que tienes ya preparado para tu parto. Ojalá llegue el correo temprano de manera que en esta, pueda ocuparme ya de la tuya que espero hoy.

En la mía del domingo te dije que si tu crees necesaria mi presencia allá, yo haré todo lo posible por ir. Espero con ansia tu respuesta a esto, así como el resultado de lo que hayas hablado con Guzmán y Satler sobre esto. Te dije también que tenía una esperanza para poder ir allá, aunque sea por unos días: esa esperanza se ha comenzado a realizar, pues ella consiste en el que el Gobierno aquí ha hecho cambio en las autoridades de esa ciudad, y las nuevamente nombradas hoy, creo que no se perseguirán como las que están ahora. Espero, pues tu contestación y la de Satler, para resolver. Tu salud y tu tranquilidad son mi mayor bien y yo quiero guardarlos como un tesoro; estoy dispuesto a todo para ello y quedaré muy contento de poder hacer algo por tí. Háblame tu con entera franqueza, te lo vuelvo a rogar: ya sabes que yo quiero la verdad ante todo. Por supuesto que en caso de ir, ha de ser con garantías y seguridad: en el caso contrario, lejos de servirte, te iría sólo a mortificar, si me sucediera algo.

Mi carta anterior es, en su mayor parte, un conjunto de mis recomendaciones para hoy que está próximo el parto. Como él es ahora el asunto que más me interesa, déjame repetirlas, aunque sea en compendio. te acompañé en mi anterior una carta para mi papá, cuyo principal negocio es el recomendarte con él y las muchachas para tu enfermedad: estoy esperando carta de Catalina, para escribirle y repetirle mi recomendación. te dije que esperaba también la carta de Guzmán hasta hoy, para escribir luego en todo caso y recomendarte mucho con él. Si hay tiempo, después que llegue el correo, hoy mismo le escribiré: en caso contrario esa carta irá el jueves, sin falta.- te encargué, que luego que recibas la mía, mandes ver a la partera, infórmate donde vive, comprometerla a que te asista, & si no se halla la que te sirvió con Isabel, para ver otra, toma informes de Guzmán, Carlota, Cristina. Te recomendé que si algo te falta, lo mandes luego alistar, sobre ropa del chiquito, tuya, remedios, & . Te dije que compres las gallinas que necesites para que se engorden con tiempo en la caballeriza. Te pregunté sobre esto, si me prometes comer gallina sin repugnarlo por todo el tiempo que sea necesario: Ye encargué que desde ahora tomes a Eusebia para que esté en la casa lista a servirte en lo qie se ofrezca: no dejes esto para más tiempo: asegúralo. En cuanto a bautismo te dije que estoy conforme con Cristina y que debe ser padrino, Don Juan: si así lo crees tú,anúnciaselos, sin perjuicio de escribirles yo, cuando tenga tu contestación.
El día del bautismo, tú lo fijarás, consultando con Guzmán en su oportunidad, por lo que hace a la salud del chiquito. Te pedí el nombre que te parezca bueno para él en caso de que sea mujer. Estas son en sustancia las recomendaciones que te hice en mi anterior te las repito ahora, para interesarte más en que las cumplas y para que me des luego tu contestación sobre ellas.

La proximidad de tu parto, y el no poder yo volar para esa, tan pronto como quisiera, me tienen aquí violentísio: quizá tenga tiempo de arreglar tanta dificultad para ir.
si te informas antes que yo llegue, haz que en ningún coreo me falten noticias tuyas: cuando no puedas escribir encárgalo a alguna de las muchachas para que lo haga. Quisiera que volara el tiempo que falta, para que tu contestación me llegue, y poder yo saber lo que .....de hacer en cuanto a viaje.

En todas mis anteriores te he hablado de tu retrato, manifestándote cuánto interés tengo en poseerlo hoy, en el estado en que estás: no se te olvide este encargo, y en cada carta mía lo verás ratificado, para que comprendas cuanto deseo tener ese retrato querido. Si antes no lo has mandado sacar, te ruego que lo hagas inmediatamente y que me lo remitas a vuelta de correo. No seas egoísta, déjame tener el gusto de ver como estás. Lo espero. Ojalá me venga también el de los muchachos: si no se dejan retratar tú retrátate siempre

Yo estoy sin novedad. Puede que me mude, mejorando de habitación y aun de calle: no está esto arreglado todavía: quiera antes saber como está la casa, asistencia, &. Yo te diré lo que haga. Ayer me saqué 12 ctvs. en una lotería: hicimos una compañía varios amigos, nos sacamos $ 10 y a mi me tocó mi parte, 12 ctvs. Ojalá te pueda decir pronto que me he sacado $ 12.000.

¿Y tú, sigues entrando a la lotería? No lo olvides.

Tu carta que espero hoy, es la contestación de la que te mandé con Magallanes: creo que ya me dirás el resultado de los encargos que .......el ella te hice.

Hermoso me escribió últimamente y me da noticias de ti. ¿Que te ha visitado? No dejes de contarme lo que te pase con él.

Ya te dije que compres en esa el jarabe que necesites: sólo que el que hay en esa ciudad esté malo, avísame luego para mandarte de aquí.

Espero que me avises cuanto dinero te queda, para cuidar que no te falte. Ya te dije que no hagas más economías, porque con ellas te privarías hasta de lo necesario y no quiero, por ningún motivo, que tú y mis hijitos carezcan de algo. Según lo que Satler me dice en su última, creo que a la fecha, la casa estará ya vendida y así tendremos lo necesario para seguir viviendo, sin que nos falte nada de lo necesario.

¿Laurent ha visto nuestra casa? te repito que nada resuelvas sobre su arrendamiento, hasta no avisármelo.

La venta de los muebles no es ya urgente: si no hay quien los pague bien, no los vendas. Sobre las sillas de montar, no es lo mismo porque ellas se echan a perder con el no uso. Insiste en que se vendan pronto.

¿No te ha vuelto a ver y hablar Zelayeta? y su familia? ¿No te ha causado ninguna mortificación Dina? ¿Y Romana, te ayuda todavía?

Ojalá en tu cartita de hoy me cuentes todas las cosas que me prometes en la tuya del día 25 del pasado!. La estoy esperando con ansia.

tengo que decirte que ahora he estado muy contento: me parece que nuestra suerte comienza a cambiar y ya próximo el día en que ....... de reunirme contigo: cada día me afirma más en que esta primavera será el principio de nuestra felicidad: La sola idea de estar reunido con mi familia me hace palpitar de placer mi corazón. Verte, abrazarte, hacerte caricias, recibir tus caricias y cuidados! Apreciar ambos en todo lo que vale nuestro amor y nuestra dicha, ser avaros de él, para gustarlo y saborearlo a nuestro contento! Ver a mis hijos, ver como están de crecidos, gozar de sus gracias, de sus travesuras! Encerrarme en mi casa con mi tesoro, que es mi familia, para consagrarme todo a ella y santificar mi trabajo con la conciencia de que lo que adquiero, es para que mi familia tenga cuanto desee, más todavía cuanto yo deseo que tenga! ¿Qué placer puedo ambicionar más grande que ese? ¿Cómo podré yo sentir tan intenso gusto? ... No te podría nunca, Pachita, decirte todo lo que desde ahora siento, viendo sólo que se aproxima el día de de nuestra reunió: tú lo has dicho bien, calificando a ese día como a otro día 24. Cuando, como ahora, alguna nueva esperanza viene a iluminar mi fe en nuestra próxima reunión, olvido cuanto he sufrido en estos largos cuatro meses, .......... esta época de males, y me pongo radiante de gozo: ya te digo, creo que de ahora en adelante, nuestra suerte ha de ir cambiando más y más cada nuevo día nos traerá una nueva esperanza y en proporción que la primavera avanza y renueve a la naturaleza, nuestros corazones irán sintiendo como se aproxima el día en que la alegría más completa, ha de ser el premio de tanto como hemos sufrido: Creo que en mis siguiente carta te podré ..........
festejar juntos, el día de nuestros recuerdos.

Cuan larga va ya ésta! Cada día, escribiéndote más, me parece que te digo menos: mis palabras no me satisfacen: tengo sed de verte, de abrazarte, hacerte mil preguntas, de hablarte tanto, tanto... Tengo hambre de caricias, de tus cuidados, de tus miradas... Cuanto gozaré de la suprema felicidad de reunirme con mi familia que tanto quiero y que es mi segunda.........

En días pasados presencié una desgracia horrible, de las que admiten reparación: ella me persuadió más de que Dios nos ampara que los males que nos manda, no sirven más que para probarnos: para purificar nuestro amor, para hacernos sentir nuestra felicidad, que antes prodigábamos tanto. Ninguno de nuestros males es comparable con esa desgracia. Consiste ella que la hija mayor de Benito Farías y de Concha Cañedo, murió casi repentinamente: tuvo una enfermedad de 23 horas, que los médicos no conocieron, y al cabo de tan corto tiempo, la chiquita murió. Los Cañedo están aquí casi ...........está en Guadalajara: imagínate como recibirá esa noticia. Esto es horrible. Nosotros hemos padecido pero no tenemos ninguna de esas desgracias que no se olvidan en toda la vida. No publiques esta noticias: hasta que Farías la sepa antes que de su casa se la digan.

Te quiero hacer un encargo: pega bien tus cartas con el lacre: como no lo pones mas que por encima de la cubierta se abren con facilidad. Pon lacre por debajo del doblez de la cubierta para que pegue bien.

Para el martes te prometo hablarte de otros puntos de tus cartitas, los que hoy ni toco, porque ya es demasiado extensa: tus cartitas me han hecho gozar mucho y yo necesito decirte los sentimientos que ellas despiertan en mi... El martes te hablaré más.

Me voy a comer: a la tarde cerraré ésta.

Hace una hora que comí: te diré lo que comí ahora, para que veas que la paso bien. Me sirvieron sopa juliana, cocido a la francesa, tres platos de guisados de carne, uno de jamón, roast-beef y ensalada, fruta, postre y dulce. ¿Es verdad que así, hasta engordaría, si la pura comida sin gusto engordara? Te repito, estoy bien: por mi no tengas cuidado.

Como sigue Salvador? ¿Cómo está Carlota? Los sigue curando Guzmán todavía? Dame noticias de ellos y salúdamelos. ¿Y mi papá como está? Dile lo mismo que a Catalina, que hace tiempo que estoy esperando que me escriban y que no lo han hecho. Salúdame también a Pancho y a Verea y los amigos que se acuerden de mí, dáles expresiones.

A Isabel y Luis, dáles un beso y diles que me manden otro, hazles mil cariños y sígueme contando todas sus gracias. A tí mi chula, ¿qué te dire que te revele cuan vehementes son mis súplicas para que te cuides, cuan intenso es mi cariño, cuan profunda mi gratitud, cuan grande mi amor por tí. Esta carta tan larga no dice, mi hijita, todo lo que mi corazón siente, no expresa en toda su fuerza lo que son mis sentimientos. Que tu amor los comprenda! Que tu corazón seº sienta satisfecho con mi amor! Que en un beso que te mando y que quisiera imprimir en tu frente, en tus ojos, en tus labios, te diga lo que yo no puedo decir...¿Te acuerdas en mis visitas de novio, como en ciertos ratos, sin hablarte con una mirada te decía, lo que ninguna palabra puede expresar?... Que mi beso hoy, haga lo que entonces hacia mi mirada. Recíbelo, mi hijita, y compréndelo...Voy a concluir, por fin: hasta el martes, Pachita, ya sabes que me siento enteramente feliz, pudiendo decir que tú eres mía y que yo soy tuyo:

I. L. Vallarta.- firma

  • Inicie sesión para enviar comentarios

Sitio elaborado con Drupal, un sistema de gestión de contenido de código abierto

DIRECCIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. INAH
Allende Núm. 172, Esq. Juárez, Tlalpan Centro, CP. 14000, México D.F. Tel. 40405100
Créditos | Admon.