Expediente 083 : Del arcón de mis recuerdos. Mi madre nos contaba que...
Memorias de Amalia Pabello redactadas por su hija Guadalupe Viveros, en donde destaca los sucesos que vivió en las primeras décadas del siglo XX.
Digitalización expediente 083
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Había una costumbre trasmitida de tiempo atrás, desde los tatarabuelos: las niñas, como primera costura, debían hacer su dechado de canev con estambres de colores para que, con lomillo o punto de cruz, esa puntada inmortal, se copiaran grecas, poniendo la edad de la niña, el nombre y la dedicatoria, todo hecho con la puntada que he dicho. Yo tenía de muestra el de mi madre, que lo había hecho a los 7 años de edad y se lo dedicó a mi abuelita. Yo, lo confieso con un poquito de remordimiento, no le di ese gusto a mi madre, porque nunca terminé mi dechado.
"Del Arcón de mis recuerdos. Mi madre nos contaba." (1907-1924)
Guadalupe Viveros Pabello
La mañana estaba radiante
Mi buena y amable madrina me obsequió el ramo que llevaba en mis manos, accedió a mis deseos ¿y sabes cómo era?, un manojo de frescas azucenas, que por sabido se calla, eran blancas, traídas exprofeso de la tierra que es alma, un símbolo para mí, porque de allá es mi esposo: de Coatepec.
Los acordes de la Marcha Nupcial nunca los olvidaré y cada vez que la escuche me recordarán el momento más feliz de mi vida.
Salimos de la iglesia, recorrimos las calles, atravesamos el paseo de "Los Berros", para llegar a nuestra casita del futuro.
Junto a ella, en la casa contigua, estaba sembrada una gran mata de jazmín que sobrepasaba la barda. El aire se encargó de tapizar unos metros de la banqueta y la entrada del zaguán de mi casa, de aquellas florecitas delicadas y blancas que se antojó una alfombra, que la casualidad me había puesto para que llegara.
Siete personas asistieron a mi boda, los cuatro padrinos y tres buenas amigas, una de ellas mamá de las dos niñas que llevaron "la cola" de mi vestido de novia.
Cuando mi madre agonizaba yo le prometí solemnemente que estaría siempre al frente de la casa, y lo hubiera cumplido si no estuviera dispuesto que me casara, nada más que para quien juzga a la ligera, han condenado como un crimen mi actitud y aunque esto sea un "disco rayado", hay que seguirlo repitiendo, para que se raye por completo y ya no se oiga.
Tú sabes que en la vida hay personas predestinadas y que cualquier cosa que hagan se les critica y puedo asegurarte que palpé en toda su extensión aquel dicho de "cásate y sabrás tus defectos, muérete y sabrán tus virtudes" ya que como recordarás, murió una hermana precisamente cuando yo me casé.
Sin temor de equivocarme, tengo la seguridad de mi felicidad, porque yo opino que para que ésta sea duradera, la mujer tiene la palabra.
Deseo que me contestes prontito, dándome tu opinión. Que triunfes en todas tus actividades literarias, como te lo mereces, porque sabes luchar.
Te suplico, si no te es molesto, me mandes aquella composición que le hiciste a Jalapa cuando nos recibimos.
Guarda el azahar que te obsequia con toda su estimación tu amiga.
Rafaela.
"Del Arcón de mis recuerdos. Mi madre nos contaba.."
Guadalupe Viveros Pabello
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